Un añito en el infierno

Friday, September 22, 2006

Simetrías

En el trabajo, como en el amor, cuando lo tienes y estás a gusto te llueven las ofertas, cuando no lo tienes o deseas un cambio no te hacen ni puto caso y te quedas tiradillo como una piltrafilla con lo poco o mucho que tengas. El que escribe no es una excepción, más bien se enfrenta a una época de abundancia desmedida en estos menesteres.

Hoy alguien me llamó hedonista por pensar en adquirir el último grito de la tecnología en planchado automático. Reflexionando le respondí que quizás sufro una diarrea hedonística (si miramos en perspetiva el flamante lavaplatos, la lavadora nueva, y el proyectado perfect draft). Unas horas después ya no lo veo tan claro, igual estoy confundiendo hedonismo con masoquismo, los dos son ismos, ambos implican placer, aunque con distintos orígenes.

Solo el masoquismo puede explicar que me plantee seguir buscando trabajo, estudiar las ofertas que me llegan ahora que no las necesito, romperme la cabeza con una decisión vital tomada y bien tomada hace bastantes capítulos del blog.
Y asi, sin comerlo ni beberlo de nuevo me encuentro en la encrucijada entre sueños y realidades. Me asusta solo pensar en pensármelo. Se que es un mal pasajero, una simple excusa para no afrontar de frente la nueva realidad, la mudanza, la visita a la tienda sueca y el invierno.

La vida es una conjunción de ciclos, me invade la sensación de “te repites”, pero no soy yo quien se repite, es la situación, son los lugares, los hechos, las personas, ese constante “been there done that”. Pero si se repiten es porque uno disfruta con la repetición, aunque a veces sea dolorosa, si no, cambiaríamos el guión. Lo dicho, hedonismo y masoquismo, aquí estamos.

Monday, September 18, 2006

A HOLE IN THE WALL

Así se sentía el autor de este blog hace hoy un año. Vacío, desconchado (no me entendáis mal en Argentina), y rodeado de escombros. Paradojas de la vida, han hecho falta 352 días del añito en el infierno para que en una de esas noches sin prisa, diera con los huesos en el antro que da título al post.

Es un agujero oscuro, lleno de humo, envuelto en ritm and blues, refugio de noctámbulos rebeldes que se resisten a aceptar el fin de la velada o la llegada del nuevo día. La fauna, la música, la compañía, el motivo, el momento, harán que no olvide fácilmente mi encuentro con ese agujero encorsetado en algún lugar de Noordeinde cerca de donde la reina dice trabajar.

Y digo paradojas porque el tiempo (al final va a ser cierto que lo cura todo), me ha guiado hasta allí en el momento que parece haber terminado mi intensa labor de albañilería introspectiva, limpiando el hueco con Bombay, rellenándolo con el cemento de la amistad, la motivación, la disciplina y el método, y remozándolo con el estucado de unas nuevas perspectivas, prometedoras donde las haya, tan cerca y tan lejos de La Haya.

Soy consciente de que el interés de este blog y por este blog se desplomó cual participación de Enron cuando el blogger empezó a ver la luz al final del túnel del añito en el infierno, y el encantamiento de la melancolía se rompió con el sol del verano, y el potente foco que representa esa nueva aventura de otoño.

Los próximos episodios representarán un “been there done that” tanto para mí como para algunos de vosotros. Se avecina el retorno a la famosa tienda sueca (Miedo-Me-Doy), la vuelta a las discusiones kafkianas con la burrocracia belga y el reencuentro con la actividad culinaria, esta vez en una cocina-perfectamente-equipada y con nuevas recetas para alimentar el ego y la clientela.