Un añito en el infierno

Tuesday, February 24, 2009

Justicia Humana para Camboya

En estos días, tras 30 años de espera, se celebra el primer juicio contra los Khemeres Rojos autores del Genocidio en Camboya. Allí, en poco más de tres años, un millón cuatrocientos mil seres humanos fueron cruelmente torturados y exterminados. A grandes rasgos, una cuarta parte de la población del país fue eliminada. Todavía hoy en varios lugares del país se muestran las montañas de cadáveres anónimos, y lo que es peor, muchos campos de cultivo, y espacios naturales continúan sembrados de minas antipersona, causando nuevas muertes y terribles mutilaciones.

Como es posible que la comunidad internacional haya tardado tanto tiempo en impartir justicia? Que clase de justicia sienta en el banquillo a cuatro personas por un millón cuatrocientos mil muertos? Quizás porque aquello esta muy lejos, porque allí no hay petróleo, o porque el cinismo reina en nuestro mundo actual.

Lo que decida ese tribunal, cuya sentencia es más que previsible, resulta casi irrelevante después de tanto tiempo. En cierta forma puede ofrecer una reparación moral para los supervivientes de aquella locura. Mas importante puede ser el ejemplo ofrecido a quienes tienen la tentación de despreciar la vida humana en forma colectiva anteponiendo sus objetivos a los derechos humanos.

Mis expectativas son un poco más amplias, o quizás más ilusas. He tenido la suerte de visitar ese país maravilloso, hablar con sus gentes, observar su carestía generalizada, y envidiar la sonrisa omnipresente en sus rostros. Desde este cómodo sofá deseo que se haga justicia con Camboya. Que se pase definitivamente esa negra pagina de su historia, y que la gente de aquí aprenda situar el país en un mapa, que sepan que la palabra Khemer o Jemer es el gentilicio local (y no un sinónimo de genocida), que se atrevan a conocer un paraíso natural y cultural, y ya pidiendo demasiado, que después de hacer esto nos paremos a pensar un instante en por que los Camboyanos destilan alegría con lo poco que tienen y nosotros vivimos agriados y estresados en nuestra abundancia.