Siete Años en Flandes
Siete años en las tierras del norte dan para mucho, de lo bueno y de lo malo, para mucho en todo caso.
El lechón mira hacia atrás y siente cierto vertigo al darse cuenta de que hoy hace siete años que puso los pies, sus maletas y sus ilusiones en el pais del Waffle, la cerveza, los mejillones y la lluvia. Si, vale, y de las mujeres de ojos claros y sonrisas demoledoras.
A pesar de los batacazos (como bien me indican, somos 2.500.000 aproximadamente), uno aprende a sobreponerse. Hace algunos años la pregunta obvia y repetitiva en ciertos dias de invierno o tempestad personal era : “Que coño hago yo aquí?”
El tiempo, la experiencia, y esa sensación que me acompaña últimamente de estar llegando a “The age of Reason” han hecho variar la reflexión en un: “Como lo arreglamos?”. Uno se vuelve pragmático, racional, lógico, y casi previsible.
A estas alturas casi todo tiene un arreglo pre-programado:
-A mal tiempo un buen paseo bajo la lluvia, o mejor unas carreras por la Cambre.
-A todo ataque de hambre le sucede una onza de chocolate belga
-A los sinsabores profesionales el envio de unos CVs
-A los batacazos sentimentales una buena sesion de cariño-online, un email cómplice y un vistazo a la agenda.
-A la monotonia que se apodera, una escapada a cualquier lugar del mundo.
-Al silencio, una buena selección de ópera.
-A la soledad, un libro interesante
-Al surrealismo belga, paciencia y relativismo
El que escribe es consciente de que este blog tiene desde su nacimiento un gustillo melodramático, ácido, y crítico. Pero no sería justo ni conmigo, ni con la historia de mi vida ni con vosotros, el quedarme ahí, y por eso hoy toca reflexion optimista. Con una sonrisa en la relectura del post me doy por satisfecho.
Después de todo, uno tiene lo que quiere si quiere lo que tiene. O no?