Un añito en el infierno

Tuesday, August 01, 2006

Aerolínea “de bandera”, llámenme neoliberal

En el último mes, a los más o menos honrados lechones habitantes de la piel de toro, y a las riadas de incautos extranjeros que deciden visitarla en pos de la ansiada paella, siesta, flamenco, toros, vinos, playas, smile you are in Spain y blablabla, les ha tocado en dos ocasiones enfrentarse a las peculiaridades de un mercado laboral asimétrico.

Mejor dicho, a un reducto asimétrico y caduco del mercado laboral que a los mortales que curramos todos los días y mandamos CVs para mejorar nuestra posición, pagar mejor la hipoteca y poder irnos de vacaciones de vez en cuando, no nos hace ninguna gracia.

Desde la atalaya de los que dedicamos nuestros esfuerzos dentro y fuera de la oficina a ofrecer una Imagen-País alegre, emprendedora, moderna, profesional... nos enfurece ver como ciertos colectivos pueden tomar como rehén a un país entero y a uno de sus motores económicos que es el turismo.

Tengo 27 años, y como ya he relatado en otra ocasión, soy un exiliado económico de mi querido país, yo no quise ser mileurista, y eso me lleva a buscarme las lentejas y cocinármelas a 1500km de mi familia, de la que disfruto dos o tres veces al año y siempre a carreras. Donde vivo, igual que en la madre patria, los seres humanos buscan trabajo, lo encuentran, maduran y vuelven a buscar, y en el peor de los casos son despedidos o recolocados por razones ajenas a su voluntad y buen hacer diario. Eso pasa, y aunque nos cueste admitirlo, es necesario que pase para que la economía grande funcione, para que podamos encontrar un empleo mejor y prosperar. La competitividad marca el destino del pequeño engranaje, y el pequeño engranaje debe ser consciente de ello y trabajar por hacer competitivo al mediano engranaje que es su empresa y al gran engranaje que es su país de residencia.

Pues bien, ante esta realidad socioeconómica indiscutible, a la que nos guste o no, nos vemos sometidos la mayoría de los lechones del universo europeo, existe un reducto de paz y felicidad con viajes gratis, 14 pagas, turnos ajustables, prejubilaciones, complementos “de productividad” jajaja, esa es muy buena, y además de todo eso, la prerrogativa de paralizar un país y joderle las vacaciones o los negocios al resto de los lechones ante cualquier intento de racionalizar el funcionamiento de esa empresa.

Resulta que esa empresa, antes llamada aerolínea “de bandera”, ahora es privada, pero lo que ocurre dentro de ella sigue afectando al público más allá de lo que el público elige. A comienzo de mes, los pilotos se plantan porque la empresa decide ajustar su plan de negocio a las demandas del mercado, y eso les puede hacer perder los privilegios feudales de los que disfrutan, y el absoluto control que disponen sobre la compañía. Muy bien, hacen una huelga, que a la empresa le escuece a razón de cinco millones de euros al día, y a los “inocentes” trabajadores de tierra les pone entre la espada y la pared.

A final de mes, el gestor de los aeropuertos adjudica las licencias de servicio en tierra tras un concurso abierto y PUBLICO, con otros competidores. La compañía pierde parte de sus prerrogativas en Barcelona y sus empleados, aunque saben que los nuevos adjudicatarios les ofrecerán el mismo trabajo que realizan actualmente, deciden liarse la manta a la cabeza y echarse a las pistas. Abandonar su puesto de trabajo puede calificarse como ilegal, aparte de desleal, impresentable o inaceptable en el día de comienzo de las vacaciones. Hasta ahí, todo se queda dentro de la empresa. Pero echarse a las pistas y bloquear un aeropuerto de la forma que lo hicieron puede llegar a ser delictivo.

En el aire hay aviones llenos de personitas como ellos esperando para aterrizar, en las pistas y viales Airside hay un reglamento que cumplir, y quien no lo cumple debe ser sancionado. Si se aplica la ley, todos los que caminaban con sus chalecos por las pistas de rodaje y despegue perderán su permiso para trabajar en esa parte del aeropuerto.

La consecuencia de ese abuso brutal del derecho que les confiere tener una acreditación de AENA son miles de viajeros atrapados, cabreados, frustrados e impotentes. A ellos nadie les va a devolver sus horas perdidas, ni sus incomodidades. A mi nadie me va a resarcir por tener que escuchar los comentarios de mis vecinos o amigos sobre lo ridículo e impresentable que es mi “país” en esta situación.

Visto que una vez más, quienes cortan el bacalao en la madre patria van a acabar tragando y aquí paz y después gloria, la única salida validad para el resto de los mortales es dejar de volar con esa compañía. De verdad, hay otras empresas nacionales y extranjeras que ofrecen los mismos servicios con más calidad, rigor, y respeto hacia sus clientes.

Solo sometiendo a esa compañía a la ley del mercado podremos evitar situaciones tan bochornosas como las vividas en los últimos días. El blogger que escribe no ha tocado un avión de la aerolínea “de bandera” en más de un año, y cuando lo ha hecho ha sido por un engañoso código compartido que no hace sino deteriorar el nombre de la otra compañía involucrada que emite el billete.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Absolutly deacueldo.

1:14 AM  

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