Un añito en el infierno

Thursday, June 22, 2006

Contr adicciones

Habito en un país en que todos los días se les ocurre un cambio legislativo o reglamentario para ponernos los pelos de punta y frotarnos los ojos y terminar dándonos cabezazos contra la pared.

Hace unos días nos sorprendieron con la autorización para vender consoladores y derivados en las grandes cadenas de droguería, ya que, “la sociedad está acostumbrada a su presencia” y sus principales usuarios (mujeres), se muestran favorables a no tener que acudir al sex-shop para adquirirlos.

En Maastricht, ciudad conocida por un tratado legislativo europeo del mismo nombre, por su alegre carnaval, y por su accesibilidad desde las vecinas Bélgica y Alemania para adquirir estupefacientes, a su alcalde se le ocurre la brillantísima idea de sacar los coffe-shops del centro de la ciudad y reubicarlos junto a la frontera belga. Con la excusa de reducir la criminalidad y mejorar la imagen de la villa, se propone colocar un supermercado de drogas blandas y naturales junto a la frontera, fomentando el consumo en el país vecino, en el que esta prohibidísimo cultivar, vender y consumir cualquier tipo de estupefaciente. La forma holandesa de resolver un problema parece ser traspasárselo al vecino.

Continuando con el tema de las drogas. Ustedes conocen Holanda por la tibieza o benevolencia con la que se trata este asunto. Existe una amplia tolerancia, que no legalidad, hacia el comercio y consumo de drogas blandas en pequeñas cantidades. De hecho, por favor, levanten la mano los lectores que no se han fumado un canuto o comido un pastelillo de visita por Sodoma, digo Amsterdam.

Resulta, que las contradicciones inundan la política antidroga en este pequeño país del norte de Europa. La venta y el consumo, como he dicho, están tolerados, incluso regulados por los ayuntamientos. Pero el cultivo y aprovisionamiento son absolutamente ilegales. Entonces ¿qué demonios nos estamos fumando? ¿no están fomentando una actividad criminal al mantener los coffee shops abiertos? Digo yo que lo que venden no caerá del cielo así porque sí.

El penúltimo despropósito viene de una proposición legislativa para corregir el contrasentido antes citado, esto es, legalizar el cultivo o la importación controlada de sustancias estupefacientes. Evidentemente, después de la simpática idea del alcalde de Maastricht, el resto de socios del club Europa les han dicho a los oranjes que fumen lo que quieran pero dentro de su casa. En la lógica reacción reaccionaria que conlleva la propuesta, otros partidos proponen prohibir la venta de instrumental para el cultivo doméstico (lámparas, abonos, sistemas de riego por goteo o vaporización...) que son los mismos que se usan para cultivar tomates por ejemplo.

Y ya nos quedaba por oír la traca final. Se destina medio millón de euros, si, si medio millón, a premiar a los junkies con 56€ por cada semana que pasen sin mecerse cocaína. Con un riguroso proceso de comprobación por medio de análisis de orina. Los incentivos por cabeza pueden llegar a los 224€ al mes. Lo mejor de todo es que existe un programa que proporciona heroína gratis a los mismos sujetos.

Cualquier día de estos voy a anunciarles que en este país pagan a la gente por drogarse. Eso si, les parece mal que la gente hable en tono elevado, que se maten toros, que se tarde una hora en comer a mediodía o que no paguemos por aparcar.

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